Tal vez sea por las actividades profesionales a las que me
dedico (Coaching Ejecutivo y Búsqueda y Selección de Ejecutivos) que muchas
personas me preguntan por el mismo cuestionamiento que yo me vengo haciendo
hace años y es que hace que una persona
sea exitosa?
Ayer tuve la oportunidad de asistir a una charla dictada por
Fred Kofman y luego tuve ya en la noche con una conversación con mi esposa sobre
la educación de nuestros hijos. Estos dos encuentros, acompañados de mi
reflexión diaria a la que me invita la ducha, me dieron el ánimo de tratar de
esbozar lo que en mi concepto ayuda al éxito del ser humano en cualquier tipo
de actividad. Utilizó una de mis grandes aficiones que es el fútbol para hacer
un paralelo de los temas a los que me refiero, pero creo que cualquier metáfora
de con alguna actividad humana aplica de la misma manera.
Si bien creo que hay muchos factores que influyen en nuestra
capacidad de sobresalir, hay cuatro elementos que se destacan sobre los demás y
que puedo resumir en la ambición, la
disciplina, la resiliencia y la ética.
La ambición como la entiendo es la claridad de lo que soy y
quiero. Es la exploración profunda del propósito del ser que soy y la creación
de un sueño que me soporte y rete. No existen ni buenas ni malas ambiciones,
simplemente son; soportan la consciencia
de mi búsqueda y mi deseo de alcanzar algo. Como ejemplos de ambiciones
encontramos el dinero, la tranquilidad, la trascendencia, la gloria, el poder,
el servicio a los demás, la diversión y
el reconocimiento, para mencionar algunas pocas de una lista casi interminable.
Ahora, si bien la claridad de lo que quiero es importante creo que la ambición no esta completa si no está acompañada de un
elemento subjetivo y energético. Es algo que se expresa en la mirada picara,
coqueta, seductora, determinada y casi depredadora. Es una energía de
convicción, deseo, respeto, acción y
ganas. Es algo que en algunas personas sentimos y en nuestra incomodidad para
convivir con ellas las evadimos y las calificamos de manera de peyorativa como
ambiciosas. Sin este último elemento energético
tengo consciencia pero todavía no ambición. Bienvenidos los ambiciosos. Como ejemplo de ambición solo miren la mirada
de un futbolista como Cristiano Ronaldo cuando entra al campo de juego para que
entendamos de que estamos hablando. Hay deseo de ser el mejor, de gloria, de
dominar un deporte como ningún otro.
Al identificar y crear energéticamente mi ambición me hago cargo
de ella y de mí. Empiezo a ser protagonista de mi vida para darle paso al
segundo elemento llamado la disciplina. La disciplina es la capacidad que tengo
de llevar a la acción de manera consistente mi ambición. Es la expresión en
comportamientos de mi consciencia y mi energía. Con ella me permito salir de mi
zona de confort y pulir como un escultor los actos que me llevan al logro. Debe
ser consistente, detallada, tranquila y coherente con mi ambición. La
disciplina no es otra cosa que la expresión de mis hábitos amarrados a un fin.
No importan los talentos y las ambiciones, sin la disciplina la maestría de lo
que buscamos no será alcanzada. Vuelvo al deporte y al ejemplo que nos da un
jugador como Falcao Garcia con su disciplina de entrenamiento, trabajo de
cuerpo y mente y horas extras de
práctica para alcanzar el domino de técnicas necesarias para sobresalir.
La resiliencia es un término utilizado para describir la
capacidad que tienen los elementos o seres para sobreponerse a periodos de
stress generados por el entorno. Traigo este término porque creo que a pesar de
que tengamos ambición y disciplina no siempre las cosas saldrán como las
planeamos y no todas las veces los resultados serán alcanzados. El entorno es
uno pero está vivo y es cambiante. En él confluyen millones de fuerzas y
ambiciones unas veces complementarias y otras no. El medio que nos rodea está
repleto de variables que están fuera de nuestro control. En este entorno
algunas veces ganaremos y otras no, y es allí en la derrota donde debemos ser
resilientes. En este punto se hace importante mantener los embates, aceptar la
derrota, y levantarnos con nuestra ambición y energías intactos y nuestro ser
mucho mas sabio. Sabiduría que se nos dará en la capacidad de aprender, de
revisar aquello que no hemos hecho bien,
de fijar nuevas disciplinas y por qué no, revisar nuestras viejas ambiciones. El
ejemplo del futbol es claro, no todos los partidos y torneos se ganan pero los
jugadores y los equipos vuelven con las mismas ambiciones y deseos en un periodo
de tiempo muy corto.
Muchas veces me debato sobre si la ética debe ser una cualidad
que debemos buscar o no, pues creo que ella debería estar dada en todo lo que
hacemos. Como esta última premisa no es del todo cierta me permitiré hablar del
componente ético de nuestros actos. No entiendo la ética como un ejercicio intelectual
o de mero conocimiento (si bien creo que
no sobra tener bases sólidas conceptuales); la veo como un ejercicio personal sobre todos nuestros actos
que busca confrontar mi interés particular con la necesidad de otros o nuestro
entorno. Se trata de un desprendimiento del interés de mi yo para hacer consciencia del impacto de mis actos en el entorno
que me rodea. El ejercicio de lo ético es enmarcar nuestros actos en lo que es correcto
para mí y mi entorno. Enmarcar nuestros actos en lo que es solamente importante
para mí puede llevarme a faltas de ética con mi entorno, así como enmarcar mis
actos solamente en lo que es correcto para mi entorno me pude llevar a faltas
éticas sobre lo que es importante para mí. La lectura y reflexión de lo que es
correcto sistémicamente nos darán los caminos de acción a seguir. En el futbol
ganar un partido o un campeonato con comportamientos éticamente incorrectos
lleva al cuestionamiento permanente de lo que sucedió y de la impureza del
logro. Casi siempre los que no han actuado incorrectamente terminan pidiendo
perdón, hablando de ello como algo que no debió haber sucedido o con un sin sabor eterno que les impide gozar a plenitud su logro.
Hace poco fui testigo presencial de un acto que me dio mucha
luz sobre la ética. Al final de un partido de futbol, el
entrenador del equipo de mi hijo
se acerco al arbitro y el entrenador del otro equipo a comentarles que creía
que uno de los goles con los que su propio equipo había ganado no había entrado al
arco. El técnico del otro equipo le comento que el estaba más cerca de la
jugada y que si había sido gol. Esto es un ejemplo de un sistema ético.
La confluencia de estos cuatro elementos es lo que he
observado en aquellos que puedo llamar exitosos y me atrevo a extenderlo no
solo a las personas sino a las organizaciones por igual. Si tuviera que escoger
qué enseñarle a mis hijos, a los lideres y organizaciones con las que trabajo,
sin duda alguna estos 4 elementos serían mi elección, ya que creo que en ellos
se enmarcan casi todos los comportamientos o competencias de grandes líderes.
Los veo en los deportistas, en los empresarios, los artistas, amas de casa y
para no extenderme en todas las profesiones o actividades humanas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario