Querido Gustavo
Ya casi llevamos una semana desde la
noticia de tu destitución por parte de la Procuraduría General de la Nación.
Voces a favor y en contra de ella revuelan en los medios y redes sociales,
convirtiéndose tu nombre en el tema a discutir en casi toda reunión privada
(reemplazas el dulce Jesús mío en época navideña).
Siete días, mi querido Gustavo, en
los que no has hecho otra cosa que demostrar porqué es que no te queremos
como gobernante en esta ciudad. Una semana de mentiras, de exageraciones y
discursos populistas con los que te quieres inmolar como un prócer de la patria
(cada día te pareces mas a tu amigo Hugo Rafael).
Te has querido llamar el único
gobernante de izquierda que ha tenido el país, sin recordar que algunos
de tus compañeros de ideología y partido han gobernado con anterioridad a ti
con éxitos y fracasos en este el país del espíritu santo. Qué soberbio, qué
egolatra y qué mal compañero de lucha eres al no querer reconocer a aquellos
que te antecedieron.
En un acto de oportunismo –a los que
por cierto ya nos tienes acostumbrados- te quieres apropiar del tema de la paz.
Nos quieres hacer creer a todos los colombianos que tu destitución atenta
contra los diálogos de La Habana. La paz no te pertenece, es más, me atrevo a
decirte que atentas contra ella cuando en tu demagogia barata tratas de
descalificar a todos aquellos que piensan distinto a ti. Eres excluyente,
descalificador, incendiario, y muestras un resentimiento tan pero tan
peligroso, que hace imposible que como líder puedas si quiera representar una
pequeña minoría en un proceso de reconciliación (y mira ahora que con la muerte
de Mandela como es que hemos rescatado las virtudes de los líderes para la
paz).
Que te persiguen por ser de izquierda
y exguerrillero, cuando la verdad es que eres un absoluto incompetente para
gobernar la ciudad. No mi querido Gustavo, no se te olvide que has sido un niño
mimado de la democracia. Que te has forjado un camino en la política gracias a
un proceso de reconciliación., Que para ti se han abierto los micrófonos y medios de comunicación. Que la clase social
que de hoy denigras, ha sido aliada tuya en muchas pero muchas movidas
políticas. Has sido un buen político mi querido Gustavo, pero estas lejos muy
lejos de ser si quiera un mediocre administrador.
Te mientes a ti sobre tus logros, le
mientes a tus seguidores y a tus detractores y como si te pareciera poco a la
comunidad internacional (qué alcance (tienes). Lo peor de todo es que nos
mientes porque nos crees ignorantes, porque crees que no entendemos lo que
haces. No, mi querido Gustavo, no te equivoques, no confundas nuestra dolosa
apatía con ignorancia. Te cuento que no necesitamos ser muy versados para
entender tu falta de liderazgo, visión y ejecución, en tu aventura en la
administración pública (con solo saber leer y observar saltan a la vista tus
errores y desatinos).
También te quiero contar que la
indignación de tu destitución se me confunde con la antipatía que siento por tu
verdugo. Veo en él Procurador varias de las “cualidades” que veo
en ti, pero por supuesto en una orilla ideológica distinta. Sin duda alguna
tiene potestad jurídica para investigarte, destituirte y sancionarte. La
graduación de tu condena y la intención detrás de ella es lo que crítico.
Me indigna que te saquen así y te excluyan de la vida pública. Creo que en un
verdadero proceso democrático deberíamos haber sido nosotros los electores los
que te dijéramos que no te queremos más.
Fijate como son las cosas, muchos de
los que te defienden argumentan a tu favor que no eres corrupto. Creo que en
este punto estarás de acuerdo conmigo al atreverme a afirmar que el no ser
corrupto no es propiamente una virtud, sino una condición mínima de un servidor
público como tú. Los problemas de los últimos tiempos con la clase política nos
llevan a confundirnos, estoy seguro de que tu no lo harás.
En otras de tus apropiaciones ajenas,
has querido tomarte el movimiento de los llamados indignados que surgio hace ya
un tiempo lejos de estas tierras. Quiero solo decirte que tengas cuidado con
esto ya que hay un gran número de capitalinos en este grupo que tienen como
motivo de mayor indignación tu propio nombre: Gustavo Petro Urrego.