martes, 10 de diciembre de 2013

Algunas reflexiones sobre la destitución de Petro

Los lunes en la tarde los tengo reservados para escribir las ideas que voy madurando desde la semana anterior y publicarlas en mi blog. Momentos antes de sentarme frente al computador decidí darle una revisada a las noticias del día y me encontré con el bombazo de la destitución de el alcalde de Bogotá Gustavo Petro. Acto seguido me dediqué toda la tarde a monitorear las reacciones en los medios de comunicación y redes sociales del hecho, para así hacerme una idea de la opinión de los colombianos frente a este acontecimiento. Varias cosas me han llamado la atención y sobre algunas de ellas me atrevo a dar mi opinión en este texto.

Primero, me sorprendo de cómo un gran número de personas -que hace menos de una semana, refiriéndose a Mandela - resaltaban su capacidad de  perdonar y su poder de invitar a la reconciliación, hoy trinan y muestran una gran alegría porque (en palabras de ellos)  hemos salido de ese exguerrillero y comunista barato. Qué manera tan olímpica y pobre de simplificar el problema, pienso yo. Y qué futuro tan oscuro veo en el panorama para una sociedad que a través de un  proceso de paz quiere darle fin al flagelo de la violencia en Colombia. Sin la aceptación de ideas y corrientes distintas a las que individualmente tenemos y la capacidad de redimir y aceptar en el juego democrático a aquellos que han estado al margen, la paz que decimos querer no nos llegará. En este punto debo manifestar que rechazo de la misma manera el discurso polarizado e irrespetuoso que utiliza Petro en defensa de sus ideales.

Segundo, no termino de entender por qué cada quien que quiere expresar su desacuerdo o inconformidad con la decisión de la Procuraduría, debe comenzar con las frases de Yo no voté por Petro pero….. ó No me gusta Petro pero….. como dejando claro que no pueden ser asociados a las corrientes políticas que representa el hasta hoy alcalde de Bogotá. En el fondo no sé  si sea vergonzoso ser de izquierda, si sea falta de memoria para recordar por quien votaron o si simplemente no quieren que los asocien con el gusto en el vestir del burgomaestre. En este punto me atrevo a confesar que tengo poca memoria para señalar con exactitud por quién he votado en las últimas elecciones de carácter popular, ya sea para Presidente, Alcalde, Concejo, Senado o Cámara. Y como no lo recuerdo, decido aceptar mi responsabilidad y me digo, si  no lo recuerdas es un claro síntoma de la poca seriedad con la que te tomas el proceso democrático. Es cierto que no miro en detalle lo que me proponen, no asumo posiciones y no doy la pelea por ellas; me entrego a la ignorancia, la abstención o el voto en blanco y con ello limpio mi consciencia para así poder decir que no voté por ellos y que la culpa es de quienes sí lo hicieron. Pero resulta que con mi apatía y falta de responsabilidad hago que se elijan irresponsables que le causan mal a mi sociedad.

Tercero, como lo expresé en un artículo anterior: me asusta el inquisidor Ordoñez y su poder. A su intolerancia hacia las ideas distintas a las suyas le acaba de sumar - en el caso de Petro y el superintendente financiero - lo que algunos consideramos fallas en la gerencia exageradamente interpretadas y acomodadas dentro de lo que llaman faltas disciplinarias gravísimas. En el caso del superintendente, con la decisión de la procuraduría, la Nación (es decir todos nosotros) debe responder por actos criminales de hampones de cuello blanco que ofrecían rendimientos financieros descomunales a “ingenuos inversionistas”. En mi opinión con la sanción a Petro el procurador ha creado una nuevo concepto gerencial que busca el desarrollo de líderes perfectos e infalibles. De pronto sea mi ignorancia o falta de visión pero hasta ahora no he visto ningún libro, ni he defendido ninguna teoría de administración o liderazgo que sostenga esa corriente. Con estas decisiones los llamados a  la administración pública serán engendros genéticos bautizados como “los líderes o administradores perfectos”. Y yo mal equivocado, como dicen en el campo, formando líderes vulnerables y humanos.

Por último, concuerdo con Petro en que una sanción de 15 años es la muerte política para él. Como diría mi amiga Adriana y él (Petro), por lo que representa, es importante para la democracia”. Comulguemos con él o no, Petro representa una corriente política legítima para el país. Su carrera pública era un ejemplo que daba esperanza de inclusión y tolerancia sobre posiciones de izquierda tan cobardemente exterminadas en tiempos no muy lejanos. Me preocupa que ahora además de las balas utilicemos la acomodada interpretación de ley para deshacernos de aquellos que no comparten nuestros ideales de sociedad. En tiempos inmemoriales la labor del estado era protegernos de ello.


Sobre que opino de Petro pueden leer mi artículo llamado Entre Petro y Ordoñez del mes de Noviembre.

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