Voy a sonar antipático, envidioso y hasta
apátrida para algunos de ustedes. Me dirán muchas cosas y bueno así sin más ni
más deberé recibirlas. Para amortiguar un poco los insultos quiero comenzar
diciendo que Nairo Quintana es un señor deportista y un gran colombiano. Lo
segundo no potencia lo primero y me atrevo a afirmar que sobre todo y ante todo
complica lo primero. Para potenciar lo primero y llegar a ser el primero
(número uno) prefiero mirar la increíble demostración de liderazgo y trabajo en
equipo que nos dieron Christopher Froome y su equipo Sky en este mes de julio. El
señor Froome le sacó la medio bobadita de más de cuatro minutos a sus inmediatos seguidores que eran
Bardet y Quintana. Una eternidad para los entendedores, y ¡de qué impecable
manera!
Comencemos por lo primero, por la
infinita ambición de Froome por el triunfo, por demostrarse así mismo que es el
mejor. Nunca cedió a esa ambición, nunca la perdió y ante los momentos
difíciles que atravesó corrió, pedaleó en triciclos, se levantó, y sangrando en
bicicletas prestadas continuó con gran ímpetu. Esto se llama resiliencia, para
aquellos que aún se preguntan el significado mágico de esta palabra. Veamos
ahora su preparación. Fuerte en todo terreno, subiendo con los grandes, bajando
como el sólo, (de manera temeraria y casi suicida) y rodando con ritmo
endemoniado en lo llano. ¡Qué bárbaro! Hablemos de la preparación de las
etapas. Nada se dejó al azar, a la suerte, al mal día de sus inmediatos seguidores
o a la malicia indígena. Sus competidores
estuvieron controlados por su equipo, siempre el Sky en punta de carrera
imponiendo ritmo, minando las fuerzas del pelotón para descremar la élite en
los momentos decisivos, para que el capo demostrara la pasta de la que está
hecho. Planteada la meta, que no era otra que la gloria, no dependieron de
nadie, sólo de ellos mismos, de su disciplina, concentración y capacidad de
sacrificio.
Y como si fuera poco lo antes mencionado
tenemos que hacerle un capítulo aparte a la capacidad de Froome de salirse del
libreto. Como un depredador saltó donde nadie lo esperaba, donde no era obvio,
donde nadie lo veía venir. En estos saltos alucinantes hizo segundos, amplió su
distancia inhumana sobre sus competidores minándoles la moral al verse
enfrentados a un extraterrestre, a un ser de otro mundo. No importó el trazado
general de la carrera o la etapa, él contó con los recursos para controlar y
sorprender. Y controlando lo controlable y sorprendiendo en lo impensable vistió
su tercer malliot amarrillo en Paris.
Creo que nadie en Inglaterra debe estar afirmando
que la berriondera de los ingleses (nacionalidad de Froome por sus padres), la
cerveza Guiness y el steak and kidney pie
son lo que le ha permitido a Froome alcanzar sus logros. Y si lo hicieran sería
injusto como es injusto e irresponsable decirlo del mismo Nairo Quintana. Creer que la berriondera colombiana, la
malicia indígena, la aguapanela y el bocadillo son las claves de nuestro éxito
es tonto e irresponsable. El humano
Froome y su equipo Sky nos quieren mostrar otra cosa. En términos
técnicos hablamos de planeación, preparación, ejecución, disciplina, liderazgo,
ambición, resiliencia, innovación y
trabajo en equipo, entre otros. De nosotros depende de qué lado de la moneda
queremos ver las cosas. Yo por mi parte me alegro de que Nairo tenga la
oportunidad de rozarse y aprender de estos humanos que nos parecen inhumanos.
Aprendiendo de ellos bien podrá liberarse de nuestros sesgos culturales
limitantes para así pulir esa berriondera colombiana y vestir no una si no
muchas veces el soñado malliot
amarillo en los Champs-Elysées. Joven es, gracias a Dios.
Si por alguna razón le llegan a encontrar algún tipo de doping a Froome (físico o tecnológico) olviden lo escribí mmmm, mas bien no, sigamos acá y abramos el debate del doping. Creo que todos se dopan y no es propiamente aguapanela lo que los escarabajos colombianos llevan en su caramañolas. Ahí les dejo la duda.