miércoles, 27 de noviembre de 2013

Forjando el Liderazgo

Tal vez sea por las actividades profesionales a las que me dedico (Coaching Ejecutivo y Búsqueda y Selección de Ejecutivos) que muchas personas me preguntan por el mismo cuestionamiento que yo me vengo haciendo hace años y es que hace que una persona sea exitosa?

Ayer tuve la oportunidad de asistir a una charla dictada por Fred Kofman y luego tuve ya en la noche con una conversación con mi esposa sobre la educación de nuestros hijos. Estos dos encuentros, acompañados de mi reflexión diaria a la que me invita la ducha, me dieron el ánimo de tratar de esbozar lo que en mi concepto ayuda al éxito del ser humano en cualquier tipo de actividad. Utilizó una de mis grandes aficiones que es el fútbol para hacer un paralelo de los temas a los que me refiero, pero creo que cualquier metáfora de con alguna actividad humana aplica de la misma manera.

Si bien creo que hay muchos factores que influyen en nuestra capacidad de sobresalir, hay cuatro elementos que se destacan sobre los demás y que puedo resumir en la ambición, la disciplina, la resiliencia y la ética.

La ambición como la entiendo es la claridad de lo que soy y quiero. Es la exploración profunda del propósito del ser que soy y la creación de un sueño que me soporte y rete. No existen ni buenas ni malas ambiciones, simplemente  son; soportan la consciencia de mi búsqueda y mi deseo de alcanzar algo. Como ejemplos de ambiciones encontramos el dinero, la tranquilidad, la trascendencia, la gloria, el poder, el servicio a los demás, la diversión  y el reconocimiento, para mencionar algunas pocas de una lista casi interminable. Ahora, si bien la claridad de lo que quiero es importante creo que la ambición  no esta completa si no está acompañada de un elemento subjetivo y energético. Es algo que se expresa en la mirada picara, coqueta, seductora, determinada y casi depredadora. Es una energía de convicción,  deseo, respeto, acción y ganas. Es algo que en algunas personas sentimos y en nuestra incomodidad para convivir con ellas las evadimos y las calificamos de manera de peyorativa como ambiciosas.  Sin este último elemento energético tengo consciencia pero todavía no ambición. Bienvenidos los ambiciosos.  Como ejemplo de ambición solo miren la mirada de un futbolista como Cristiano Ronaldo cuando entra al campo de juego para que entendamos de que estamos hablando. Hay deseo de ser el mejor, de gloria, de dominar un deporte como ningún otro.

Al identificar y crear energéticamente mi ambición me hago cargo de ella y de mí. Empiezo a ser protagonista de mi vida para darle paso al segundo elemento llamado la disciplina. La disciplina es la capacidad que tengo de llevar a la acción de manera consistente mi ambición. Es la expresión en comportamientos de mi consciencia y mi energía. Con ella me permito salir de mi zona de confort y pulir como un escultor los actos que me llevan al logro. Debe ser consistente, detallada, tranquila y coherente con mi ambición. La disciplina no es otra cosa que la expresión de mis hábitos amarrados a un fin. No importan los talentos y las ambiciones, sin la disciplina la maestría de lo que buscamos no será alcanzada. Vuelvo al deporte y al ejemplo que nos da un jugador como Falcao Garcia con su disciplina de entrenamiento, trabajo de cuerpo y mente  y horas extras de práctica para alcanzar el domino de técnicas necesarias para sobresalir.

La resiliencia es un término utilizado para describir la capacidad que tienen los elementos o seres para sobreponerse a periodos de stress generados por el entorno. Traigo este término porque creo que a pesar de que tengamos ambición y disciplina no siempre las cosas saldrán como las planeamos y no todas las veces los resultados serán alcanzados. El entorno es uno pero está vivo y es cambiante. En él confluyen millones de fuerzas y ambiciones unas veces complementarias y otras no. El medio que nos rodea está repleto de variables que están fuera de nuestro control. En este entorno algunas veces ganaremos y otras no, y es allí en la derrota donde debemos ser resilientes. En este punto se hace importante mantener los embates, aceptar la derrota, y levantarnos con nuestra ambición y energías intactos y nuestro ser mucho mas sabio. Sabiduría que se nos dará en la capacidad de aprender, de revisar aquello que no hemos hecho  bien, de fijar nuevas disciplinas y por qué no, revisar nuestras viejas ambiciones. El ejemplo del futbol es claro, no todos los partidos y torneos se ganan pero los jugadores y los equipos vuelven con las mismas ambiciones y deseos en un periodo de tiempo muy corto.

Muchas veces me debato sobre si la ética debe ser una cualidad que debemos buscar o no, pues creo que ella debería estar dada en todo lo que hacemos. Como esta última premisa no es del todo cierta me permitiré hablar del componente ético de nuestros actos. No entiendo la ética como un ejercicio intelectual o de mero conocimiento  (si bien creo que no sobra tener bases sólidas conceptuales); la veo como un ejercicio personal sobre todos nuestros actos que busca confrontar mi interés particular con la necesidad de otros o nuestro entorno. Se trata de un desprendimiento del interés de mi yo para hacer consciencia del impacto de mis actos en el entorno que me rodea. El ejercicio de lo ético es enmarcar nuestros actos en lo que es correcto para mí y mi entorno. Enmarcar nuestros actos en lo que es solamente importante para mí puede llevarme a faltas de ética con mi entorno, así como enmarcar mis actos solamente en lo que es correcto para mi entorno me pude llevar a faltas éticas sobre lo que es importante para mí. La lectura y reflexión de lo que es correcto sistémicamente nos darán los caminos de acción a seguir. En el futbol ganar un partido o un campeonato con comportamientos éticamente incorrectos lleva al cuestionamiento permanente de lo que sucedió y de la impureza del logro. Casi siempre los que no han actuado incorrectamente terminan pidiendo perdón, hablando de ello como algo que no debió haber sucedido o con un sin sabor eterno que les impide gozar a plenitud su logro.

Hace poco fui testigo presencial de un acto que me dio mucha luz sobre la ética. Al final de  un partido de futbol, el  entrenador del equipo de mi   hijo se acerco al arbitro y el entrenador del otro equipo a comentarles que creía que uno de los goles con los que su propio equipo había ganado no había entrado al arco. El técnico del otro equipo le comento que el estaba más cerca de la jugada y que si había sido gol. Esto es un ejemplo de un sistema ético.


La confluencia de estos cuatro elementos es lo que he observado en aquellos que puedo llamar exitosos y me atrevo a extenderlo no solo a las personas sino a las organizaciones por igual. Si tuviera que escoger qué enseñarle a mis hijos, a los lideres y organizaciones con las que trabajo, sin duda alguna estos 4 elementos serían mi elección, ya que creo que en ellos se enmarcan casi todos los comportamientos o competencias de grandes líderes. Los veo en los deportistas, en los empresarios, los artistas, amas de casa y para no extenderme en todas las profesiones o actividades humanas.

martes, 19 de noviembre de 2013

El Perdón

Hace algunos años escuché (o leí) que a la celebridad de la radio Norteamericana Howard Stern lo oían sus seguidores en promedio 19 minutos al día, mientras que sus detractores, o sea los que lo odiaban, lo oían en promedio 90 minutos al día. Algo similar me pasa con algunas celebridades radiales colombianas, los oigo, en algunas casos durante horas, odiando su popular irresponsabilidad y lenguaje viperino y destructor. La semana pasada en alguna autoimpuesta tortura de escuchar a un  incendiario periodista, escuché cómo se refería a las excusas y perdón que el gobierno colombiano pidió por las desapariciones del palacio de justicia, como una traición a la Patria. En mi interpretación de lo que decía, ser patriota era seguir negando la realidad y nunca aceptar los errores y mucho menos pedir perdón. Esa misma noche me encontré con mi amiga Gladys y en un ejercicio de buscar sobre qué escribir llegamos a la importancia del pedir perdón y de perdonar en reciprocidad.

Pedir perdón y perdonar ( cuando son de verdad verdad, de corazón) son dos de los actos humanos mas difíciles y al mismo tiempo más liberadores que pueden existir. Son difíciles por que nos han enseñado, en el caso de pedir perdón, a nunca aceptar nuestros errores. A mantenernos en posiciones absurdas y sin fundamento que no nos permitan mostrar un leve atisbo de vulnerabilidad e infalibilidad. Nos enseñan desde niños que la fortaleza de carácter y espíritu de verdaderos líderes se mide en el cometer el menor número de errores posibles, y una vez cometidos a ocultarlos para no poner en evidencia nuestra falta de talante, inteligencia, compromiso o alguna otra grandeza de la perfección”. Y así, en este mundo se nos pasa la vida sin entender la humanidad de lo que somos y la grandeza de aceptar nuestro errores y pedir perdón por nuestros actos.

El perdonar por su parte viene siendo rehén de lo que nos enseña mucha de la literatura, gran parte de lo que se expone en medios masivos como la televisión y las motivaciones de algunos de nuestros líderes. En ellos nuestros modelos y referentes humanos actúan  mas por venganza que por convicción. Basta ver como no solo los niños, si no nosotros mismos, vamos despertando en nuestro ser sentimientos revanchistas que permitan reivindicar las llamadas ofensas que otros cometen hacia nosotros. Los héroes de películas y de nuestra vida cotidiana son los que lo logran. Es en la venganza y no en el perdón que logramos identidad y representación. Y por este camino nos perdemos de la liberación que da el perdonar, de la paz de espíritu que nos permite ver nuevas oportunidades en la vida.

Pedir perdón y perdonar son actos íntimos, son actos del alma. Provienen de la grandeza de la consciencia de mí y del otro. Es solo en este grado de consciencia que podemos construir un colectivo: es solo allí donde la sociedad se ve así misma como un todo capaz de integrar para construir.

Sin la capacidad colectiva de pedir perdón y perdonar difícilmente construiremos paz. Solo en otro nivel de consciencia desaparecerían de nuestro lenguaje las calificaciones de amigos de la paz y enemigos de la paz para darle simplemente paso a la paz.


La paz se da en el verdadero perdón y no en el olvido. Olvidar nos priva del privilegio de aprender y rehacer nuestras relaciones sobre lo ya vivido y en algunos casos sufrido.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Reflexiones de Liderazgo y Vida

Como mencione en algún artículo anterior soy apasionado de la alta montaña y sus experiencias. En los casi 5 años que llevo practicándola he hecho un número importante de expediciones enmarcadas muchas de ellas dentro del desarrollo de liderazgo. La reflexión que encuentran a continuación se derivó de la experiencia vivida en el monte Denali en Alaska, el cual es el mas alto de Norteamérica. Después de pasar casi dos semanas en la montaña, tuvimos que abandonarla por condiciones climáticas sin que ninguno de nosotros ( 17 integrantes entre montañistas y empresarios) logrará la cumbre. En el lenguaje montañero la montaña es hembra y como tal hay que conquistarla por eso este escrito usa ese lenguaje.

Sin duda alguna tener que abandonar la montaña o algún proyecto genera una cantidad de emociones y  sin sabores difíciles de tragar.

La vida y el liderazgo moderno nos plantean el reto de lograr todo aquello que nos proponemos con tenacidad, fuerza y actos casi que heroicos, como los de este grupo en el Denali. El líder es aquel que hace que las cosas pasen con el apoyo, la emocionalidad y las ideas propias, y de los demás.

Y la vida y liderazgo desde mi punto de vista son distintos. Me lo enseñó la hermosa y talentosa Laura Coyle (actriz y cantante Norteamericana a quien conocí en un curso de liderazgo). Sentada con lágrimas en los ojos y  gritos de pavor me decía :

“Ya entendí. Mi liderazgo y mi aprendizaje consisten en poder decir no puedo,  no soy capaz. Siempre lo he hecho todo, ante nada me he arrugado y hoy veo mi sombra y mi luz en el liderazgo. Hoy y acá me entrego a mi vulnerabilidad e incapacidad”.

Estas palabras me han taladrado la cabeza por años. Por años he tratado torpemente de exponerlas y con la misma torpeza mis interlocutores y yo no las entendemos. No lo hacemos pues el liderazgo se asocia al logro, a la fuerza, al alcanzar.

Hoy lo expongo de nuevo en otro intento por hacer entender a Laura a través mío. Rendirse y abandonar ante la furia de Denali fue una fuente de aprendizaje de liderazgo aun mas rica que su conquista.

Lo primero es poder ver lo poco que controlamos en contraposición a la fantasía que nos repite que podemos lograr todo aquello que nos proponemos. La naturaleza y la vida fluyen y actúan sin que podamos prever al 100 por ciento lo que sucede. El líder no controla, fluye y lee su entorno para honrar lo que es verdaderamente importante.

Segundo, el líder es vulnerable y no un héroe indestructible, capaz de lo imposible. Las sombras suaves de la vulnerabilidad, de la flaqueza, de la impotencia, del llanto y la incapacidad, nos muestran una faceta del líder no exploradas. Son las sombras que odiamos, las fuentes de luz de líderes y liderazgo; son la verdadera posta que hace que podamos soportarnos en los demás, llorar y en un ejercicio de auténticos líderes dejarnos soportar y liderar por los demás. La luz y  la sombra están al servicio del líder y de quienes lidera.

Tercero, el aprendizaje individual y grupal no es el demostrarme de qué soy capaz. El aprendizaje es ser capaz de aceptar que no siempre soy capaz. El quiebre es aceptar el miedo, recibirlo y honrarlo. Liberarme del peso de demostrar y aceptar mi humanidad. Es un no al reto y un sí a la vida plena y completa de lo que hace a un líder. Como líderes honro por igual a aquellos que ponen el pecho y van con fuerza endemoniada, como a aquellos que saben reconocer sus limitaciones y soportarse en los demás. En lo personal el líder vulnerable me atrae profundamente.

Y no quiero decir que el logro, la fuerza y determinación no importen pues sí que son relevantes. Importan pero no son suficientes en los procesos de formación humana y de líderes.

Cuarto, el líder identifica y lee su entorno y ante todo honra y respeta lo que es importante. La vida e integridad importan más que una hembra conquistada, ella estará allí siempre. La vida y el vaho de los afectos pasan rápidamente. El compromiso es disfrutarlos y pretender que duren lo que mas puedan. Los amigos y los abrazos de vida no son negociables  y menos ante los ojos de una hembra furiosa.

Hasta pronto hermosa hembra, gracias por respetarnos la vida. Gracias porque dejas aprender de ti, porque puedo transferir el aprendizaje a otros. Gracias por no dejarte conquistar. Los hombres hablamos de nuestras conquistas y alardeamos de ellas. No me dejas con la foto y el recuerdo de la intimidad, me dejas con la reflexión de una hembra que enseña y me espera.


viernes, 1 de noviembre de 2013

Entre Petro y Ordoñez….

Es inminente la destitución de Gustavo Petro, se lee y se comenta en los corrillos públicos y privados. Es inminente la salida de tal vez uno de los peores gestores que ha tenido la capital de la República en los últimos años, y eso que hemos tenido pésimos administradores. En lo personal no quisiera verlo más al mando del futuro de mi ciudad, pero tampoco quisiera verlo salir así. En otras palabras que conflicto del alma.

Razones hay muchas para no querer a Petro como alcalde. La primera ya la mencioné y es su incapacidad para gestionar y ejecutar los planes de desarrollo de manera integral en la capital. La segunda serían sus fallas en el liderazgo para mantener un equipo sólido que se comprometa y ayude a implementar sus políticas (las renuncias de su gabinete son noticia casi que semanal). La tercera su condición de mentiroso convencido de sus mentiras. La cuarta su irresponsabilidad en las declaraciones que da cuando se le cuestiona (arenga a la población mostrándose como el único mártir de izquierda y las nefastas consecuencias para el país de su posible destitución). La quinta su resentimiento disfrazado en su política del amor que al final polariza en vez de acercar. Solo mencioné cinco pero si ampliáramos la lista  podríamos incluir hasta su pésimo gusto para vestirse. Si bien mis argumentos pueden ser válidos no son suficientes a la luz de la justicia y la ley para destituirlo.

Quien sí ha encontrado motivos es el Procurador Ordoñez y “de por Dios”, como dirían en el campo, esto sí que me asusta. Me asusta el inquisidor, me asusta Ordoñez. Me dan pánico y rabia sus maneras, sus comportamientos persecutores de todo y todos aquellos que osen pensar distinto a él. Me lastima el bullying que le hace a los empleados públicos y que últimamente ha decidido ampliar al resto de la sociedad.  Le temo a la manera en que trata de imponer sus ideologías haciéndonos creer que son faltas graves a la gestión de lo público.


Mi mayor temor es que el mismo Petro y nosotros como sociedad, no entendamos el mensaje de lo que nos está pasando. Hemos sido torpes y complacientes con aquellos que elegimos para representarnos. Le hemos entregado enormes responsabilidades en lo social a personajes que tan solo encarnan sus ambiciones o resentimientos personales. Nos hemos dejado envolver en discursos sin fondo y sustancia que no nos permiten retomar el camino de lo que es correcto. Desde el colectivo, en todas nuestras maneras de expresión pacifica, y con respeto a la ley, debemos ser nosotros los que les digamos: de ustedes no queremos saber más.