domingo, 9 de octubre de 2016

Vélez el pitufo güevón

Cuenta la leyenda que el famoso torero Luis Miguel Dominguín, (padre de Miguel Bosé) después de su primera noche de pasión con la actriz Ava Gardner es sorprendido temprano en la mañana por la diva vistiendo de afán. Ante la pregunta de la Gardner de ¿y para dónde vas? este (Dominguín), con desparpajo le contesta ¡a contarlo!. Sorprende que un conquistador legendario como Dominguín, un hombre de mil y una mujeres, tuviera la necesidad de contarla al mundo que acababa de acostarse con Ava Gardner.  Pero así opera el ser humano, o mejor dicho así opera por lo menos el enorme espacio cerebral que alberga el ego, la altivez y la estupidez de los machos. Lo importante no es a quien me “coma” lo importante es poder contar a quién me he “comido”.

Tentado por el mismo impulso de Dominguín, la criolla figura de Juan Carlos Vélez Uribe cayó en la horrible tentación de ir a contarlo, y de manera bien pública, cómo le dio manejo a la campaña por el No en el plebiscito. Su conquista no podía ser secreta, no eran suficientes los espacios de intimidad y arrepentimiento para alimentar su alma. El protagonismo de otros, el de sus jefes, tallaba. Ser peón era impensable, la figura del rey estaba tomada y él se merecía el honroso lugar de una torre, tal vez un caballo o un arfil capaz de ¨comerse¨ a la reina. Olvido Vélez que aquellos sin dotes de conquistadores deben comer callados pues ¨el que come callado come dos veces¨.

Algo de cultura popular le falta a Vélez, falta de cine. Hubiera sido suficiente que viera la película Wag the Dog estrenada en 1997 y protagonizada por Robert de Niro y Dustin Hoffman para entender cómo son las cosas. En la película se retrata una situación similar a la que él vivía. En ella, Hoffman, un productor de cine rescata al Presidente de los Estados Unidos en una reelección inventándose y produciendo una guerra ficticia que le permite al Presidente recuperar su liderazgo y ganar las elecciones. El precio, debía guardar silencio de todo lo actuado. Hoffman y Vélez caen en el síndrome Dominguín, el personaje de Hoffman es asesinado antes de abrir la boca, a Vélez lo niegan y rechazan sus pares y lo deshonra el patrón. ¡Por lo menos barata la sacaste Juan Carlos!


Y es que los machos estamos jodidos, primero queremos demostrar que tenemos el pipí más grande, después que nuestro papa es más rico e importante. Cuando crecemos llevamos cuentas y contamos a cuatro vientos cuantas nos hemos ¨comido¨ . Y ya cuando la vida y el cuerpo nos reposan, pagamos para que la revista Dinero diga que tenemos la firma más grande.

Cierro con unos sonetos que buscan honrar a Angel Marcel, mi maestro de escritura y poesía.

            Vélez por parecerte a JJ Rendón
            Quedaste como pituso güevón
            Tremendo oso
            Te has fajado muy baboso

             Por bien quiera el expresidente
             Tener ahora bien presente
             Que como jefe 
             No termine como mequetrefe

             Y es que ahora a los Santos
             Los han rescatado de los antros
             un premio Nobel
             Que no  esta torre de Babel















martes, 4 de octubre de 2016

Si hay acuerdo, que no panda el cúnico

En tiempos no muy lejanos los sentimientos de angustia, la desolación y la tristeza se trataban de manera íntima en el círculo cerrado de los afectos cercanos. En estos círculos nos arropábamos, rumiábamos y soportábamos para sobrellevar la desolación que los hechos no deseados nos generaban. Hoy en la día para bien y para mal contamos con canales de comunicación que nos permiten expresar los sentimientos de una manera más pública y abierta al mundo. Lo bueno la posibilidad de muchos para poderse expresar. Lo malo el efecto contaminante que las expresiones pueden generar cuando no nos damos un tiempo para pensar y reflexionar sobre los hechos contrarios a nuestro deseo, y las posibilidades que su aceptación ( de los hechos) nos abren. Me he tomado mi tiempo para leer los medios nacionales e internacionales, así como las redes sociales de las que soy parte. Y poniendo a un lado la contaminación por lo que leo, quiero darle rienda suelta a mi sentimiento, mi intuición o para algunos mi simple inocencia sobre lo que percibo son los resultados del plebiscito

Podría llamarme un perdedor de la votación del pasado domingo ya que mi voto fue por el SI. Pero contrario a lo que muchos piensan, creo que lo sucedido es lo mejor que en este momento nos podía pasar y que los números que nos atormentan me dan más esperanza que desesperanza. Leo en la métrica un cambio importante en la posición del país. Me permito recordarme como los dos últimos Presidentes, en los últimos tres periodos de cuatro, han sido elegidos abrumadoramente con posiciones guerreristas de confrontación directa contra los grupos armados.

Leo en el resultado un cambio en la matemática a un 50-50, es decir la mitad de este país piensa algo distinto. Pero como quiero ser justo Con los que votaron por el NO y por qué además mi intuición e inocencia me lo demandan les creo a muchos de ellos que si quieren la paz (algunos minoritarios no la quieren) y porque les creo, me convenzo de que la alternativa negociada es ampliamente mayoritaria. El péndulo de las posiciones extremas está pasando por el centro y leemos polarización y aún en el peor de los casos esta polarización es más sana que la arista oscura de la guerra.

Ganaron los que votaron el NO pero no ganó el NO. Mas bien, debiera decir no ganó el NO que conocíamos, el NO guerrerista. Ganó el nuevo NO, el NO que refleja una voluntad de paz sobre un acuerdo en el que no se sienten representados y esto colombianos y colombianas es válido y democrático.

Todos los acuerdos humanos y divinos deben poder representar a las mayorías y ante todo honrar los temores o dudas de las partes. Un acuerdo imperfecto (como son todos los acuerdos) que no es vinculante con la mitad de población es de difícil ejecución y nos sumiría en problemas mayores a los que tenemos. Macabro y oscuro el panorama si el SI que queríamos lo hubiéramos logrado con poco margen de diferencia.

No quiero entrar a discutir si las campañas del SI y el NO fueron mentirosas, pues más allá de lo que algunos manipularon, me quiero quedar con las múltiples conversaciones centradas y amorosas que mantuve con amigos a los cuales les honró y respeto sus posiciones, como ellos lo hicieron conmigo.

Que sea este el momento de nuestros líderes. Ojalá sepan leer, ojalá el analfabetismo de la conexión con el país se les pase y logren un gran acuerdo de paz. La arrogancia, la venganza y la oportunidad de amararse al poder no son buenas consejeras en estos días.

Como diría el gran Chapulín Colorado que no ¨panda el cúnico¨ pues si sin tetas si hay paraíso, sin acuerdo si hay acuerdo.