Me permito hoy ir en contravía de la opinión de muchos para
salir en defensa de Nicolás Gaviria, el presunto sobrino del Presidente Gaviria
que en una trifurca con la policía fingió el parentesco con el ex-mandatario y
amenazó a los uniformados. Les gritaba “usted no sabe quien soy yo” (en un acto
legítimo de las más grande y representativa colombianada que tenemos).
Me enseñaban en la facultad de derecho, que el derecho
consuetudinario permite que costumbres o comportamientos arraigados en los
grupos sociales se conviertan en lo que técnicamente se llama fuentes del
derecho. Es decir son manantiales para el ejercicio normativo del legislador.
Con esta aclaración, me permito defender al Señor Gaviria
pues su comportamiento hace parte de los hábitos colectivos mas profundos que
nos pueden identificar como colombianos y me atrevo a decir que debería ser
regulado, protegido constitucionalmente e incluido en una nueva estrofa del
himno nacional. Creo que el acto de aducir parentesco o amistad con alguien
para obtener algo es el rasgo más representativo y transversal que tenemos como
colombianos y nos corresponde a todos el deber de proteger las costumbres
nacionales con fiereza.
Analicemos nuestros comportamientos en profundidad:
·
Los altos cargos del estado colombiano están
ocupados por amigos o parientes de los
amigos. Esta condición permea a todos los niveles del Estado.
·
Las altas cortes están conformadas entre amigos
o parientes de los amigos. Esta
condición permea a todos los niveles de la Rama Jurisdiccional.
·
Los senadores piden puestos para sus amigos y/o
sus parientes para tramitar proyectos de ley.
·
Los cargos en los medios de comunicación
nacionales o regionales están ocupados por los parientes o amigos de los
fundadores o los amigos o parientes de los periodistas mas significativos.
·
Los contratos estatales se asignan a dedo o con
marrulla a los amigos.
·
Los cargos en el sector privado están ocupados
por parientes de los dueños o amigos de los parientes de los dueños.
·
Las oportunidades de nuevos negocios se les dan
a los ricos que son amigos o parientes de los que ostentan el poder.
Estoy seguro de que todos y cada uno de los protagonistas de
los hechos que enumeré tuvieron que usar en algún momento la frase “usted no
sabe quien soy yo”, cuando algún iluso pretendió darle un tratamiento
igualitario que iba en contravía de sus
propios intereses. Y es que bueno, parece que es imposible ser alguien si no se
es pariente o amigo de alguien con poder. Y si es así, la verdad es que estamos
siendo canallas con el Señor Nicolás Gaviria. Él representa en todo su ser el
anhelo más puro que podemos tener todos los colombianos, que no es el ser
nosotros mismos sino parientes o amigos de alguien. Al menos Nicolás, para
nuestra cochina envidia, ha dado el salto para convertirse en el pariente y
amigo referenciado con su escándalo, es decir, ahora sus conocidos podrán decir
con orgullo que ellos son amigos o parientes del supuesto pariente del
Presidente. Qué manera tan digna, bonita
y tan pero tan colombiana de ascenso social.
Como no me gusta criticar sin proponer, atendiendo a mi deber de protección de
nuestros patrimonios culturales, Solicitaré cambien nuestra democracia en desuso
y volvamos a un régimen monárquico que es a lo que verdaderamente nos
parecemos. Si nuestras costumbres rigen que el parentesco, la amistad y el
favor del poderoso son el camino de la propia identidad y del éxito, pues que
así sea, y dejemos de una vez por todas las pretensiones lobas de igualdad, equidad,
justicia y meritocracia que tanto mal
nos han hecho.
Muy a pesar mío no soy referenciado como el pariente o amigo
famoso y no me atrevo a decir “usted no sabe quien soy” por simple temor a que
sí sepan y se revienten de la risa, o que aún peor, relacionen mi apellido con “ciertas
yerbas” que no quiero que me ayuden a definir mi identidad.
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