jueves, 21 de junio de 2018

Un guaro para la oportunidad perdida de Avianca

Un colombiano de a pie, de esos común y corriente, habla a la cámara y comenta con alegría como ha sido burlada la seguridad de los estadios en Rusia, y acto seguido se zampa un guaro, que en esas lejuras debe saber mejor. Su video se hace viral y 24 horas después es destituido de su cargo en la compañía Avianca. Para la empresa, los actos de nuestro gran colombiano violan los principios y valores corporativos y como si fuera poco la normatividad vigente. Para completarle el día, a nuestro hincha tricolor, las autoridades colombianas presentes en Rusia lo denuncian (o “sapean”) ante las autoridades rusas para que ellas se hagan cargo del caso.

Segundos después explotan las redes y los medios de comunicación. Indignación y vergüenza clamamos. Expertos en comportamiento humano salen a decirnos lo obvio, lo que ya sabíamos y es que somos una sociedad donde la cultura del vivo es lo que nos gobierna. Obvio pues quien quisiera alardear de ser bobo, nadie acá en estas tierras y menos en la lejana Rusia. No quiero caer en el lugar común de llamar a esto una doble moral, más bien quiero explorar la oportunidad de oro que no solo dejó pasar Avianca si no el país para hablar de las consecuencias de nuestros actos individuales y colectivos, y sobre ello construir saber como “diríamos” en la Colombia Humana.

Primero quiero explorar el dilema moral que deben estar viviendo los responsables en Avianca de la decisión de destitución de nuestro querido Luis Felipe Gómez. Algunos deben estar teniendo regresiones tipo Flatliner que les recuerdan sus asistencias a conciertos elaborando complejos planes para inyectar, en botellas de agua y cajas de jugos Hit, el almíbar sagrado que aquí llamamos aguardiente. Seguro algunos más avezados se las ingeniaban para esconder uno que otro porro en las costuras de sus chaquetas.  Era ¿o es? todo un plan y a muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras los vi y hasta con algunos compartí las mieles de la viveza.  

Como somos una raza con memoria selectiva, muchos de los que me leen dirán que ellos nunca lo hicieron (así como nadie de centro recuerda haber votado por Uribe), pues bien, si el desmemoriado trabaja en Avianca quiero entonces mencionarle que el mentirles a sus usuarios sobre la cancelación o demora de un vuelo es tan grave o tan inocuo como el comportamiento de Luis Felipe. Si vamos a ser puristas, hasta hacer doble fila en el giro de un semáforo o parquear en la calle en lugar prohibido cae en la categoría culpable que debe llevar a su destitución. Vista así la cosa el mayor pecado de nuestro hincha tricolor debe resumirse en ser un güevón al hacerse un video.

En el mundo binario de Avianca, en donde solo era posible la destitución de Luis Felipe, hay únicamente dos posibilidades: o aplican a raja tabla su regla y se quedan sin empleados, o les permiten seguir siendo humanos y humanas, no güevones o güevonas     -quiere decir sin hacer videos y declaraciones-, y les enseñan a ser solapados y rastreros. ¿Cambios de comportamiento?, mmmmm, no, me permito decirles que por ahí no es la cosa. Luis Felipe es tan solo un pequeño engranaje en un sistema mucho mas amplio y complejo que hasta en el mas mínimo detalle está gobernado por los mismos principios. Luis Felipe mi viejo eres simplemente un empleado mas de Avianca y un colombiano mas así de puro y simple.

Ante esta encrucijada, entonces ¿qué hacer? es la pregunta. Desde mi perspectiva la oportunidad de oro para Avianca estaba en generar con Luis Felipe de protagonista, un proceso conversacional y cultural que permitiera traer a la mesa aquellos comportamientos que podemos clasificar de antiéticos, tramposos o simplemente inadecuados en el día a día del negocio. Vía este proceso generarían en los empleados altos niveles de lectura de entorno y consciencia que llevarían a cambios de comportamiento colectivos y por ende de cultura organizacional. La posición vulnerable de Luis Felipe en un entorno seguro permitiría la apertura para expresarse con libertad e identificar y transformar aquellos comportamientos no deseados. Hoy por hoy han reforzado el miedo, amenazado al individuo y están dirigiendo la cultura a los terrenos del actuar solapado.

En la opinión que expreso en el párrafo anterior estoy asumiendo que la intención que tuvieron era reforzar su cultura y compromiso con los comportamientos éticos. Ahora bien, si lo que querían era también hacer un show mediático, vía el proceso que propongo los réditos pueden ser mucho mayores. El manejo del caso y su impacto podría convertirse en un referente de estudio de transformación organizacional de amplia aplicabilidad en el entorno nacional. Culiprontos, creo yo.

En el entorno del país, la oportunidad de oro se encuentra no en la lapidación publica, que lo único que logra es lavar momentáneamente nuestras consciencias y llevarnos a la negación del impacto de nuestros propios actos. Siguiendo el camino de la negación, ponemos nuestras esperanzas de cambio en estatutos anticorrupción redactados por corruptos y consultas anticorrupción redactadas por moralistas que buscan un espectro electoral, que para nada nos invitan a cambiar nuestros propios comportamientos. Creamos estructuras legales para otros y desde la barrera juzgamos sin darnos cuenta que somos parte del mismo problema. Somos tan colombianos y tan colombianas como Luis Felipe.

Por último, quiero mencionar que a nivel organizacional y cultural siempre he creído que los dilemas morales y de responsabilidad se deben resolver en el core mismo del negocio y no con estructuras externas y señalamientos de otros. Si así seguimos actuando, a futuro de lo mismo nos seguiremos quejando.


martes, 29 de mayo de 2018

De verdades electorales y tusas de centro


Me he tomado el tiempo de leer y hacer un minucioso seguimiento de los medios y las plataformas digitales sobre el tema de las últimas elecciones de primera vuelta en el país. Me han sorprendido afirmaciones de periodistas, analistas, políticos y el público en general, sobre la nueva manera de hacer política que salió triunfante en los últimos comicios. Me sorprende porque desconoce la historia reciente del país, que se sustenta en datos y hechos concretos que demuestran que éste es el mismo país político que hemos vivido los últimos 20 años.

Comencemos por decir que gritamos a voces que los partidos tradicionales salieron derrotados y que hoy el espectro político está dominado por movimientos distintos a los que nos han gobernado durante años. Pues no, esa afirmación no es cierta y no lo es por el simple hecho de que la última vez que un partido tradicional puso presidente de la República fue en el año de 1998 con Andrés Pastrana. Del año 2002 a la fecha ni liberales ni conservadores han tenido un presidente que haya sido designado como candidato por la colectividad y más bien los partidos tradicionales se han arrimado al sol que más y mejor los alumbre. Duélale al que le duela el presidente Uribe rompió la hegemonía partidista y le ha dado un tinte distinto a la política.

Muchos asumen como a uno de los ganadores a Petro por su alta votación y su paso a la segunda vuelta. Creo que sí es un logro sacar casi 5 millones de votos, pero no se nos olvide que esos 5 millones de votos representan un 24% de la votación total, que es tan solo ligeramente superior a la alcanzada por Carlos Gaviria en 2006 (22%), candidato que también enarbolaba las banderas de la izquierda del país. Adicionalmente, Gaviria en su momento alcanzó también la segunda mayor votación en primera vuelta, pero el presidente candidato Uribe superó con creces el 50% y no le dio chance a una segunda vuelta. En plata franca dos veces la izquierda ha alcanzado la segunda mayor votación en primera vuelta con porcentajes casi idénticos. Neto neto me parece que el Doctor Petro pierde también, su imagen no logra despegar la votación histórica de la izquierda y no es atractivo para el centro.

El centro, mi centro, es gran perdedor también. Primero, por la simple razón de que quedó de tercero, condición que lo saca de la contienda. Pierden lo líderes del centro que no supieron articular un movimiento consistente que les diera chances. Ya antes en la historia reciente del país el centro o la tercería había sido protagonista político. Primero fue Noemí Sanín en 1998 con el 22% de los votos y la tercera mayor votación. Después fue Antanas en 2010 con el 26% y opción de segunda vuelta. Y para los que lo quieren interpretarlo así, Santos en 2014 salió presidente en segunda vuelta, pero con una votación del 25% en la primera. El problema histórico del centro y la tercería ha sido su imposibilidad de construir un proyecto político de largo plazo que dé peleas en lo regional y nacional. El centro es intermitente y su intermitencia se debe a la falta de liderazgos claros y a la irregularidad propia de sus votantes que se mueven, ante el temor, a la derecha, pues es un centro que le teme a la izquierda. Nuestro centro es un centro vagabundo en eterna adolescencia.

Pues bien, siendo vagabundos hoy estamos entusados, tristes, desorientados, bravos o mas bien furiosos. Nos encerramos a rumiar la frustración y con la marea propia de las emociones empezamos a tomar decisiones en caliente que castiguen a la derecha o la izquierda. Por Uribe ni por el putas y por Petro nos lleva el putas. Pues queridos, eso es lo que hay, además de votar en blanco o peor aún, no votar. Yo por mi parte me dedicare a analizar a las dos alternativas vivas que tenemos no en sus propuestas si no en las personas que hoy las recitan. No hablo de las propuestas pues en tan solo dos días Petro se muestra como un capitalista social de Wall Street y Duque como un pacifista digno de premio nobel. Las propuestas se desdibujan y no sabemos si creerles a los candidatos que hasta el domingo nos hablaban o a los que nos hablan en estos dos días. Así les parezca loco lo que pienso, hoy por hoy votare por aquel candidato que considere capaz en ejercicio del ejecutivo de traicionar sus propios postulados políticos y a las masas electorales que lo pusieron en segunda vuelta

viernes, 20 de abril de 2018

Carta a Jesús Santrich

Querido Jesús


Primero, quiero disculparme por la intimidad al tutearte, pero los acontecimientos de las últimas semanas me generan una clase de ternura y compasión contigo que no me permiten dirigirme a ti de otra manera que podría ser mas fría y distante.

Sin querer inducirte a la confusión, no me parece canalla ni acaso injusta la situación que estás viviendo ante la posibilidad de tu extradición. El sentimiento que florece en mí es mas cercano al de la empatía por tu actuar ingenuo, en este entorno hasta hace poco desconocido por ti.

Pues bien, Jesús, me veo en la penosa tarea de contarte que tus cuestionados actos de los últimos meses han atacado de manera frontal el principal activo sobre el cual se establecen los pilares de las clases dominantes en lo económico y político del país. Siendo consecuente, con tu lucha legendaria en el monte y en alguno que otro país amigo a tu ideario, podrías pensar que el problema se limita a tu posición política de izquierda, a la que tanto le tememos. Pues no Jesús, la verdad es que tus actos han querido irrumpir en el espacio sagrado de las clases que te mencióné y hacerte merecedor de lo que ellas ya han merecido que no es otra cosa que el derecho divino a delinquir y a salir impunes por sus actos.

Jesús, y es que la historia de nuestro país ha sido así desde las remotas épocas de la independencia y acaso de la conquista. Delinquir y salir impune es lo que las clases dirigentes hacen con gran maestría. Devuélvete un poco en la historia y verás como afloran infinidad de ejemplos que conocemos y muchos más que ignoramos. Cuántas muertes, cuántos crímenes de lesa humanidad, cuántos actos de corrupción pública y privada y que tan poco castigo para los responsables.

Mira no mas los últimos tiempos, parapolítica, farcpolítica, miti- miti, mermelada, Odebrecht, carruseles, cartel de la toga, carteles empresariales, Saludcoop, Interbolsa y falsos positivos, por mencionar solo algunos. “Pero han pagado sus penas”, querrás decirme. Pues bien, te contesto, ¿cuántos de los que pagaron penas son los verdaderos responsables de los crímenes? O en últimas ¿cuántas de las penas que pagaron son realmente significativas? pagan casa por cárcel o en instituciones carcelarias o militares llenas de prebendas y lujos  para que aún pagando su pena puedan seguir delinquiendo y que una vez terminada su condena salgan ricos a seguir delinquiendo. Verás Jesús, ese es el meollo del asunto.

Tu error fue querer ser parte de esta clase. Error lógico, diría yo, ya que te acostumbraste por décadas a delinquir y a salir impune, y por lo mismo que pensaste que tu condición de congresista te ponía en esta categoría. Pues no Jesús, no te confundas, para hacer parte de esta clase debes aprender a delinquir dentro del sistema y no por fuera de él como lo hiciste en el pasado. El sistema te debe reconocer como uno de ellos para que así mismo te defienda. Si no eres uno de ellos el peso de la ley, justa o injusta, será implacable contigo. No sirve de nada tu nombre artístico, entre divino y extraño como tampoco en su tiempo le sirvió al otro Jesus, el Nazareno.

Con el tiempo y la amanguala serás uno de ellos. Debes permitirnos olvidar tu pasado y demostrar solvencia en el arte de delinquir dentro del sistema beneficiando a tus referentes de clase. La lógica del ascenso social, diría yo. Por lo pronto déjanos compartir y aprender de tu desgracia para no pasar años oscuros con el peso de la ley encima.

Te mando un saludo


Eduardo