La verdad es que se me pasó escribir hace algún
tiempo sobre la condecoración que le fue otorgada a Maluma por parte del
Gobernador de Antioquia. Olvido que con el paso del tiempo me ha permitido
obtener más información sobre lo que hay detrás de este magno evento. En un
principio creí que nuestra ilustre raza antioqueña que es bien competitiva (ellos
que ya han desechado cualquier invento nuevo por obsoleto antes de ser
inventado) no se podían permitir que los únicos premios nobel que hayan
recibido los colombianos recaigan solo en un costeño y un cacahaco. La imposición
a Bob Dylan del premio Nobel de literatura les dio fuerzas y luces y decidieron,
como no, empezar a posesionar al reggeatonero como serio candidato a tan
importante distinción. Pues bien, resulta que la gobernación no solo condecoró
a Maluma sino que también lo hizo con el cantante de reggeaton J Balvin y para acabar
de completar el concejo de Medellín, capital de Antioquia, hizo lo propio con el
mismo Balvin. “Aca hay algo más”, pensé.
Decidí llamar a un par de conocidos míos que
hacen parte de la más alta alcurnia paisa para comentarles mi teoría, y después
de advertirme que no hablarían conmigo por teléfono, me citaron en la Fonda Paisa
para contarme la historia completa. Llegué temprano y ya tenían frente a ellos un
chicharrón de 7 vagones acompañado de media de guaro. “Sentate pues y tomá nota
que en bajo concepto nos tenés”, dijeron.
Con acento arrebatado por sentirse locales en la fonda, me soltaron así sin más
ni más que ellos no iban tras un Premio nobel sino querían tomarse los Nobel. Escondiendo
la palidez de mi sorpresa en las sombras del establecimiento, sonreí a media
boca y un “no jodas, contá pues”, se me
escapó (es que el acento se pega).
Empezaron a relatarme como en un análisis juicioso
que venían haciendo de los Premios Nobel, se habían dado cuenta de que el nombre de los premios derivaba del apellido de
un ilustre escandinavo y que ellos creían que Antioquia ha tenido y tiene personalidades mucho más ilustres que Don
Alfred y que han escrito páginas en la historia mundial más relevantes. Del
nombre de los premios paisas no me develaron nada, pero me aseguraron ya
tenerlo definido y que simplemente era cuestión de que el personaje elegido
prestara su apellido. “Será una bomba”, confirmaron los dos. También me
contaron que en principio los premios serían entregados a hijos del
departamento y que en contadas excepciones a aquellos que hablaran muy bien de
los paisas y los que no lo hicieran serían declarados personas no gratas en
toda su geografía.
Sin querer contarme más sobre la elección y
los jurados, entraron a describirme como se habían imaginado la ceremonia, los
festejos y los premios. La ceremonia sería celebrada en el Parque de Berrio, en
la nuez de la capital antioqueña, y sería presidida por las autoridades locales
y un grupo de empresarios antioqueños, quienes a su vez recibirían todos los
premios en su primera edición. Le seguiría un coctel en el Parque del Poblado pasando
antes por la meca de la innovación mundial contenida en la ruta N. Después del
coctel habría una cena de gala con menú de degustación típico con frisoles con
tajada madura y maridaje de aguardiente antioqueño y tinto cerrero en El Trifásico
de Envigado.
Haciendo gala de su conocida austeridad el
galardón sería el famoso collar de arepas, acompañado de una guirnalda de
flores tejidas por los silleteros de Santa Helena y de ñapa un calendario del
año correspondiente al premio con fotos de Natalia Paris. Los discursos de
aceptación deberían ser cortos y el enfoque sería el de resaltar la raza superior
heredera de los arrieros que con tanto sudor forjaron el departamento.
Me quedé mudo al oír esta historia y en su temor ante mi
silencio me dijeron “y eso que este es el principio, papá, después de esta le
damos golpe de mano al mundial de fútbol y lo vamos a organizar como
organizamos la Pony Fútbol”. “¿Y eso cómo es?, pregunté.”
“Fácil, invitamos 40 equipos paisas y 5 de afuera, juegan todos contra
todos y al final gana un paisa.”
A mis amigos, conocidos y parientes paisas, un
saludo acompañado de un los quiero mucho pero eh ave María con ustedes.