Temprano en la mañana del pasado viernes 6 de junio, escuché
en la radio que un grupo grande de intelectuales
enviaba una carta de apoyo al Presidente Santos. Con una mezcla de rabia y
envidia (por no ser intelectual ) procedí a buscar la carta de apoyo para ver
los nombres de los firmantes, y así, hacerme a la idea de lo que se requiere
para ser intelectual, y por qué no
aspirar a tal dignidad.
Repasé los nombres y acto seguido me flagelé
sicológicamente por ignorante. Pensé que
debería invertir mejor mi tiempo en el conocimiento profundo de las ideas
críticas y transformadoras de nuestros prohombres del intelecto, y no
desperdiciarlo viendo futbol, hablando de política y visitando alguna que otra
pagina pornográfica. A reenfocar el
camino – declaré - y me di a la tarea de identificar las virtudes y
competencias de los intelectuales para así contrastarlas con las mías y
encontrar caminos de desarrollo de mi ser intelectual.
Lo primero que encontré fue un tinte izquierdoso en casi todos
ellos. A pesar de estar inclinados para el mismo lado encontré dos grupos
claramente definidos: Un grupo que representa la izquierda trasnochada,
recalcitrante y mentirosa. Y otro grupo de izquierda, que al final de sus vidas
y después de acumular una gran riqueza personal, se presenta
de manera reposada y tranquila (¿Qué
seria de nosotros si así hubieran sido o en eso hubieran creído cuando fueron
ministros o presidentes de compañías?). Soy más de izquierda- pensé- así que
creo que este requisito lo cumplo.
Entusiasmado por esta primera coincidencia procedí a
continuar con mi análisis. Los nombres me evocaban el olor a pielroja, botas de
gamuza y mochila wayuu. Literatura, poesía, teatro, trova cubana y filosofía
inundaban mi cabeza. Perdí la consciencia y le rogué a mi inconsciente que me
permitiera citar a los clásicos, que lo pudiera hacer en francés, que me diera
un minuto de gloria para demostrar lo culto y leído que soy. Pero uno es lo que
es y nada pasó. El look bohemio de otras épocas ha dado paso a una apariencia
metrosexual entre semana y sudadera y cotizas el fin de semana. Mis
preferencias artísticas nunca han sido profundas para considerarme intelectual
y soy mas bien un generalista que le gusta saber de muchas cosas (En este punto me juré a mi mismo que ni bajo tortura o posibilidad de muerte confesaría mi afición a la televisión, gusto frondio para los intelectuales). Mal por esto,
en estos ítems no hice puntos para mi aplicación.
Continúe con mi análisis y encontré que a todos les gustaba
escribir. Algunos han escrito novelas, libros de poesía, obras de teatro,
tratados de filosofía o en últimas tienen columnas de opinión. Más con el deseo
que con lógica pensé que mi blog me daría puntos y que este acompañado de la
promesa de escribir un libro de cualquier cosa en el futuro próximo serían
suficientes. Pase al siguiente punto.
Me encontré que de manera casi generalizada mis futuros
colegas se creen poseedores de la verdad y son terriblemente intolerantes con
posiciones distintas a la suyas. Atacan, critican y con deliciosa prosa,
califican de ignorantes a los que los controvierten. Recordé los comentarios de
mi familia y quienes trabajan conmigo sobre mí, saqué pecho y pensé estoy ya a
un solo paso de lograr mi objetivo.
Corrí a buscar el formulario de inscripción y no lo encontré.
Escarbé en internet buscando la dirección de alguna logia o sociedad de
intelectuales que revisará mi aplicación y no había nada. Con pesar me puse a
pensar ¿cómo lo logro entonces?
Y la iluminación divina
me llegó. Descubrí que los intelectuales, así como los jueces, se
cooptan, es decir se nombran entre ellos. Con pavor descubrí que no conocía a
ninguno.
Pero la verdad es que soy testarudo y obsesivo y es por ello
que he decidido autobautizarme como intelectual y por esta vía bautizar a mi
grupo de amigos mas cercanos con el mismo título. Convocaré a una reunión,
pondremos a un lado las conversaciones triviales para ponernos de acuerdo a
quien apoyar en los próximos comicios electorales. Como somos bien diversos de
pensamiento tal vez lo hagamos a las dos campañas, eso nos daría un toque
chick.
A partir de ahora cuando se refieran a mí, háganlo como un
intelectual, dirigente de su propio grupo de intelectuales. Eso les ayudará
para ser considerados dentro de este selecto grupo que los desprenderá de la
condición de seres humanos normales.
Nota: Cuando leo la
lista de intelectuales firmantes a Santos, me da un poquito de risa pensar que
ellos crean que son un grupo influyente en la intención de voto de los
mortales.