Debo confesar que me ha costado trabajo escribir en los
últimos meses, o mas bien debo aceptar que mas bien me ha dado miedo hacerlo.
Dos hechos aparentemente sin conexión y
las reacciones de nuestros intelectuales criollos han paralizado mis manos y
escasa creatividad, y me han llenado de una profunda rabia que me despierta muy
temprano en la madrugada. Doy vueltas en mi cama, me muerdo los labios y le doy
paso a mi peligrosa obsesión genética que no me permite pensar en nada distinto
durante largas horas del día (ya me doy asco, ni el porno ni el fútbol me
interesan). Los hechos son las muertes
ocurridas en Charlie Hebdo y la coronación de Paulina Vega como nueva Miss
Universo. En un acto íntimo de liberación y de salud mental he decidido
sentarme hoy frente al computador y escribir con la esperanza de recuperar el
sueño y los vicios pasados.
Al contrario de mis
colegas intelectuales no me permitiré hacer conexiones entre los hechos que
menciono (algunos de ellos yo lo han hecho), si no más bien sobre las pomposas
reacciones, a las cuales en un acto masoquismo me someto.
Charlie Hebdo y Miss Universo han creado terreno fértil para
que nuestros ilustrados líderes de opinión expongan sus vanidades y egos en
ideas con aspiraciones de verdad absoluta. Algunos de ellos nos han dado clases
de historia, teología y espiritualidad. Casi todos hablan francés y han
demostrado su profundo conocimiento de la filosofía y literatura francesa, así
como del periodismos francés. Todos se han vuelto expertos en la historia de
las civilizaciones y confunden unas lindas piernas y buen par de tetas con los
rasgos culturales del machismo extremo colombiano.
Controvierten y se insultan desde sus columnas en los medios y redes sociales. Invalidan al
otro, destilan rabia y resentimiento y crecen la imagen de si mismos apoyados
en sus incondicionales groupies. En un acto de dimensiones espirituales conectan hechos ciertos y otros inventados
para darle mayor sustento a su verdad. Si alguien los controvierte utilizan de
manera selectiva la información acumulada en su cerebro para mostrar su amplia
cultura y destrozar al enemigo. Si el enemigo es digno oponente, el arma es la afrenta personal, la expresión del
resentimiento en donde todo vale. Todos sienten que piensan distinto, que no hacen
parte del establishment (es mas sexy el término en inglés para ellos), se creen
libres pensadores y desarrolladores modernos del pensamiento mundial. Los leo,
y en mi rabia me río, pues no son mas que nuestros intelectuales, parte misma
de el establecimiento.
En este punto de mi escrito he tomado la decisión de entrar
a controvertir con mis colegas. En un acto de sadismo con ellos y de pereza
intelectual mío, elijo no hablar de Charlie Hebdo y focalizarme en nuestra
nueva Miss Universo. Para no distraer la lectura y la discusión , antes que
nada acepto que la sociedad colombiana es machista, que los reinados de belleza
son expresión del machismo y que yo soy un exponente macho alfa de la misma, y
si se quiere machista. Liberados de este peso entremos en materia.
Así como confieso mi adicción a la televisión, confieso que
seguí durante muchos años el Reinado Nacional de belleza y Miss universo. Así
como me gusta leerme un buen libro, ver un buen partido de futbol o una buena
serie de televisión, siempre me ha gustado ver mujeres lindas. En mi mentalidad
adolescente me atraía ver mujeres inalcanzables, oír los comentarios
descalificadores de otras mujeres y permitirme soñar con conocerlas algún día.
Con el paso del tiempo perdí el interés en estos concursos,
hasta el punto de no poder identificar a ninguna de nuestras reinas en los
últimos 15 años. Sin embargo, mi vocación chismosa me ha llevado a querer saber
cuál ha sido la historia de vida de nuestras beldades. En todos estos años, al
otro día de las coronaciones me di a la tarea de leer la biografía de la nuevas
reinas y año a año encontraba que había elementos comunes que se repetían. Casi
sin excepción, encontré que la coronación es la culminación de un sueño que
muchas de estas mujeres llevaban implantado en el alma desde que son niñas o
adolecentes (que si es un sueño propio de una sociedad machista no es el tema).
Han soñado, han usado sus talentos y con
esfuerzos propios y ajenos han apostado todo por alcanzarlo. Su vida ha sido un
ejemplo de foco y disciplina no solo de ellas si no del entorno que las rodea. Han
sabido jugar bajo las reglas de una sociedad (sí, machista) y han triunfado y
esto es admirable.
Algunos dirán que por qué solo miran la belleza física y yo
les digo que de eso es que se tratan estos concursos. Si estuviéramos premiando
otras cosas estaríamos hablando de la medalla fields en matemáticas, el premio
alfaguara de novela, las innumerables categorías del premio nobel, los premios Simón
Bolívar de periodismo, el India Catalina en todas sus modalidades, el Tv y Novelas,
y muchos otros reconocimientos que resaltan la disciplina en el desarrollo de
los talentos de mujeres y hombres. Despreciar los atributos de la belleza física
y su alcance es una manera más de discriminar, de querer entender el mundo a
través de un lente miope, egoísta y maltratador. Miss Universo premia a la mas
churra de las churras y esta churra es bien colombiana.
Si queremos ponernos más serios en el tema, seria también
importante que revisáramos el sentido de la mayoría de los concursos de belleza serios en el país. Muchos de ellos
hacen parte de los planes que buscan
promover las regiones y productos autóctonos. Las agendas públicas de las
reinas, así como el sentido de propósito de lo que hacen, superan con creces el
compromiso que asumen muchos de los intelectuales colombianos.
Por último, cierro con una variación de una frase del
ilustre filosofo colombiano Antonio Cervantes (Pambelé para los ignorantes): Es
mejor mujer bonita que fea. La frase la hago extensiva no solo a la
belleza física si no a la belleza intelectual y del alma. Cada una de ellas
exaltables ya sea en mujeres y en hombres.
De lo relativo de la belleza hablamos después.