viernes, 20 de abril de 2018

Carta a Jesús Santrich

Querido Jesús


Primero, quiero disculparme por la intimidad al tutearte, pero los acontecimientos de las últimas semanas me generan una clase de ternura y compasión contigo que no me permiten dirigirme a ti de otra manera que podría ser mas fría y distante.

Sin querer inducirte a la confusión, no me parece canalla ni acaso injusta la situación que estás viviendo ante la posibilidad de tu extradición. El sentimiento que florece en mí es mas cercano al de la empatía por tu actuar ingenuo, en este entorno hasta hace poco desconocido por ti.

Pues bien, Jesús, me veo en la penosa tarea de contarte que tus cuestionados actos de los últimos meses han atacado de manera frontal el principal activo sobre el cual se establecen los pilares de las clases dominantes en lo económico y político del país. Siendo consecuente, con tu lucha legendaria en el monte y en alguno que otro país amigo a tu ideario, podrías pensar que el problema se limita a tu posición política de izquierda, a la que tanto le tememos. Pues no Jesús, la verdad es que tus actos han querido irrumpir en el espacio sagrado de las clases que te mencióné y hacerte merecedor de lo que ellas ya han merecido que no es otra cosa que el derecho divino a delinquir y a salir impunes por sus actos.

Jesús, y es que la historia de nuestro país ha sido así desde las remotas épocas de la independencia y acaso de la conquista. Delinquir y salir impune es lo que las clases dirigentes hacen con gran maestría. Devuélvete un poco en la historia y verás como afloran infinidad de ejemplos que conocemos y muchos más que ignoramos. Cuántas muertes, cuántos crímenes de lesa humanidad, cuántos actos de corrupción pública y privada y que tan poco castigo para los responsables.

Mira no mas los últimos tiempos, parapolítica, farcpolítica, miti- miti, mermelada, Odebrecht, carruseles, cartel de la toga, carteles empresariales, Saludcoop, Interbolsa y falsos positivos, por mencionar solo algunos. “Pero han pagado sus penas”, querrás decirme. Pues bien, te contesto, ¿cuántos de los que pagaron penas son los verdaderos responsables de los crímenes? O en últimas ¿cuántas de las penas que pagaron son realmente significativas? pagan casa por cárcel o en instituciones carcelarias o militares llenas de prebendas y lujos  para que aún pagando su pena puedan seguir delinquiendo y que una vez terminada su condena salgan ricos a seguir delinquiendo. Verás Jesús, ese es el meollo del asunto.

Tu error fue querer ser parte de esta clase. Error lógico, diría yo, ya que te acostumbraste por décadas a delinquir y a salir impune, y por lo mismo que pensaste que tu condición de congresista te ponía en esta categoría. Pues no Jesús, no te confundas, para hacer parte de esta clase debes aprender a delinquir dentro del sistema y no por fuera de él como lo hiciste en el pasado. El sistema te debe reconocer como uno de ellos para que así mismo te defienda. Si no eres uno de ellos el peso de la ley, justa o injusta, será implacable contigo. No sirve de nada tu nombre artístico, entre divino y extraño como tampoco en su tiempo le sirvió al otro Jesus, el Nazareno.

Con el tiempo y la amanguala serás uno de ellos. Debes permitirnos olvidar tu pasado y demostrar solvencia en el arte de delinquir dentro del sistema beneficiando a tus referentes de clase. La lógica del ascenso social, diría yo. Por lo pronto déjanos compartir y aprender de tu desgracia para no pasar años oscuros con el peso de la ley encima.

Te mando un saludo


Eduardo