Querido Jesús
Primero, quiero disculparme por la intimidad
al tutearte, pero los acontecimientos de las últimas semanas me generan una
clase de ternura y compasión contigo que no me permiten dirigirme a ti de otra
manera que podría ser mas fría y distante.
Sin querer inducirte a la confusión, no me
parece canalla ni acaso injusta la situación que estás viviendo ante la
posibilidad de tu extradición. El sentimiento que florece en mí es mas cercano
al de la empatía por tu actuar ingenuo, en este entorno hasta hace poco desconocido
por ti.
Pues bien, Jesús, me veo en la penosa tarea de
contarte que tus cuestionados actos de los últimos meses han atacado de manera
frontal el principal activo sobre el cual se establecen los pilares de las
clases dominantes en lo económico y político del país. Siendo consecuente, con
tu lucha legendaria en el monte y en alguno que otro país amigo a tu ideario,
podrías pensar que el problema se limita a tu posición política de izquierda, a
la que tanto le tememos. Pues no Jesús, la verdad es que tus actos han querido
irrumpir en el espacio sagrado de las clases que te mencióné y hacerte
merecedor de lo que ellas ya han merecido que no es otra cosa que el
derecho divino a delinquir y a salir impunes por sus actos.
Jesús, y es que la historia de nuestro país ha
sido así desde las remotas épocas de la independencia y acaso de la conquista.
Delinquir y salir impune es lo que las clases dirigentes hacen con gran
maestría. Devuélvete un poco en la historia y verás como afloran infinidad de
ejemplos que conocemos y muchos más que ignoramos. Cuántas muertes, cuántos
crímenes de lesa humanidad, cuántos actos de corrupción pública y privada y que
tan poco castigo para los responsables.
Mira no mas los últimos tiempos, parapolítica,
farcpolítica, miti- miti, mermelada, Odebrecht, carruseles, cartel de la toga, carteles
empresariales, Saludcoop, Interbolsa y falsos positivos, por mencionar solo
algunos. “Pero han pagado sus penas”, querrás decirme. Pues bien, te contesto, ¿cuántos
de los que pagaron penas son los verdaderos responsables de los crímenes? O en
últimas ¿cuántas de las penas que pagaron son realmente significativas? pagan
casa por cárcel o en instituciones carcelarias o militares llenas de prebendas
y lujos para que aún pagando su pena puedan
seguir delinquiendo y que una vez terminada su condena salgan ricos a seguir
delinquiendo. Verás Jesús, ese es el meollo del asunto.
Tu error fue querer ser parte de esta clase.
Error lógico, diría yo, ya que te acostumbraste por décadas a delinquir y a
salir impune, y por lo mismo que pensaste que tu condición de congresista te
ponía en esta categoría. Pues no Jesús, no te confundas, para hacer parte de
esta clase debes aprender a delinquir dentro del sistema y no por fuera de él
como lo hiciste en el pasado. El sistema te debe reconocer como uno de ellos
para que así mismo te defienda. Si no eres uno de ellos el peso de la ley,
justa o injusta, será implacable contigo. No sirve de nada tu nombre artístico, entre divino y extraño como tampoco en su tiempo le sirvió al otro Jesus, el Nazareno.
Con el tiempo y la amanguala serás uno de
ellos. Debes permitirnos olvidar tu pasado y demostrar solvencia en el arte de
delinquir dentro del sistema beneficiando a tus referentes de clase. La lógica
del ascenso social, diría yo. Por lo pronto déjanos compartir y aprender de tu desgracia
para no pasar años oscuros con el peso de la ley encima.
Te mando un saludo
Eduardo