En un cálido diciembre,
aproximadamente hace unos tres años, mi hijo mayor (quien en
esa época contaba con 11 años),
escribió una carta navideña
en la que decía que lo que más
necesitaba en ese momento era un moto Yamaha o en su defecto un Ipad y que por
ello esos eran los únicos regalos que nos quería
pedir. Al leer la carta sonreí y opté
por darle una lección de liderazgo que lo acompañara
de por vida. Lo llame a palabrita y en tono dócil y
reposado le dije que estos dos regalos no eran precisamente lo que mas necesitaba sino lo que él
más quería.
Que haciendo claridad en las diferencias, le quería informar
que lo que él MAS NECESITABA era hacer consciencia del valor de
las cosas y del esfuerzo para alcanzarlas y que por esto no debía
confundir sus necesidades con sus deseos. Me miró
con cara de este man qué?
Y se marchó. Finalmente le regalamos un Iphone (que también
necesitaba pero menos).
Cuento esta historia, un tanto fallida, para explicar desde mi
perspectiva cuál es una de las funciones de un líder
en el ejercicio de su liderazgo. Creo, y por lo tanto enseño,
que los líderes tienen el absoluto deber de saber leer las
NECESIDADES reales de los sistemas que los mantienen, y proveerlas. Deben saber
discernir entre sus propios deseos y las necesidades colectivas y ponerse al
servicio de ellas.
Cubierta esta breve descripción teórica,
decido en actitud suicida entrar en los debates que sobre la política local e internacional se están
dando en las distintas columnas de opinión. Primero
quiero abordar los comentarios histéricos que se están
dando sobre la llegada al poder de Syriza en Grecia y la rápida ascensión política
de Pablo Iglesias y su movimiento Podemos en España. Me he dado a la lectura e
investigación, y en una actitud muy propia de mi Tío
Antonio, he decidido lanzar una teoría. Veo en este par de
movimientos políticos un discurso coherente
que apunta a cubrir la NECESIDAD de DIGNIDAD
de sus pueblos. La necesidad de
no sentirse parias ni señalados por un puñado
de vecinos cercanos y lejanos que los miran con actitud compungida y que
profesan una triste compasión. Syriza y Podemos encarnan esto, la dignidad
perdida.
Y como he dicho antes en este blog, soy obsesivo, intelectual y
columnista de opinión, y por ello me permito darle
vueltas en mi cabeza a mi teoría y trato de encontrar
conexiones y hechos -y me invento otros- para soportar lo que planteo. Veo que el tema de la dignidad, en sus
distintas expresiones, ha sido un tema recurrente en los líderes
que en algún momento de su vida han contado con alto arraigo o
aceptación popular en distintos
países. Podemos comenzar con el nacismo encarnado en
Hitler, la llegada al poder de Churchill en Inglaterra, Perón
en Argentina, Lula en Brasil, Fidel en Cuba, Chavez en Venezuela, Correa en
Ecuador, Bachelet en Chile, Obama en Estados Unidos y el mismo Uribe, versión
2002, en Colombia, para mencionar algunos.
Si bien las circunstancias que los llevaron al poder son bien distintas,
su convicción profunda (y no su discurso) se fundamentaba en una
profunda sensación de recuperar o conocer la
dignidad de sus pueblos. En algunos casos la dignidad se viste de igualdad, en
otros de seguridad, espacio, justicia, reconocimiento, equidad o simplemente de
la soberbia perdida de una raza. Nos guste o no los colores políticos
que representan, lo que es cierto es que no podemos acusarlos de falta de
liderazgo. Han sabido conectarse con el colectivo y en profunda convicción
han buscado proveer sobre las necesidades presentes.
Ahora bien, lo que ha pasado después es una
muestra clara de falta de liderazgo. Una vez en el poder han tenido períodos
brillantes con cambios profundos de honda aceptación. El
problema es que con el paso del tiempo comienzan a confundir las necesidades de
sus pueblos con sus deseos propios (los de los propios líderes). La
confusión los lleva a la locura, se creen la santísima
trinidad (el pueblo, el líder y el espíritu
santo en esta versión), por su carácter
divino se desconectan de sus sistemas y por ahí
derecho hacen que perdamos nuevamente la dignidad y nos hagamos indignos
de ellos, nuestros amados líderes. Buscan eternizarse en
el poder y utilizan el twitter como canal de comunicación divino.
Revisando la historia colombiana, y tal vez por mi ignorancia,
me atrevo a decir que el único caso que encuentro en la
historia republicana del país en donde un líder ha
sabido leer la necesidad colectiva es la del Presidente Uribe 2002. La dignidad
que buscábamos era la de recuperar el país,
la seguridad de movernos libremente sin las amenazas de muerte o secuestro que
nos mantenían prisioneros en las ciudades. Bien lo leyó
y bien en consecuencia actuó. Ya lo que vino después
en su versión 2006, y que hoy continúa, muestra
más su desconexión con lo
que este país, aún no consciente, necesita a gritos.
Cual será
nuestra necesidad actual? Cual es la dignidad que queremos recuperar o
conocer por primera vez? Tal vez no lo tengo claro. Me atrevo a tirar ideas:
Paz, justicia, igualdad, equidad, transparencia y honestidad. Necesitamos líderes
que nos ayuden a leer estas necesidades, y que con convicción,
de verdad verdad, estén dispuestos a apostar
por nosotros y lo que necesitamos. Si no
nos saben leer, que lean libros al menos, de pronto en el Principito o en el
manual de urbanidad de Carreño encuentran pistas.
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