En tiempos no muy
lejanos los sentimientos de angustia, la desolación y la tristeza se trataban
de manera íntima en el círculo cerrado de los afectos cercanos. En estos
círculos nos arropábamos, rumiábamos y soportábamos para sobrellevar la
desolación que los hechos no deseados nos generaban. Hoy en la día para bien y
para mal contamos con canales de comunicación que nos permiten expresar los
sentimientos de una manera más pública y abierta al mundo. Lo bueno la
posibilidad de muchos para poderse expresar. Lo malo el efecto contaminante que
las expresiones pueden generar cuando no nos damos un tiempo para pensar y reflexionar
sobre los hechos contrarios a nuestro deseo, y las posibilidades que su
aceptación ( de los hechos) nos abren. Me he tomado mi tiempo para leer los
medios nacionales e internacionales, así como las redes sociales de las que soy
parte. Y poniendo a un lado la contaminación por lo que leo, quiero darle
rienda suelta a mi sentimiento, mi intuición o para algunos mi simple inocencia
sobre lo que percibo son los resultados del plebiscito
Podría llamarme
un perdedor de la votación del pasado domingo ya que mi voto fue por el SI. Pero
contrario a lo que muchos piensan, creo que lo sucedido es lo mejor que en este
momento nos podía pasar y que los números que nos atormentan me dan más
esperanza que desesperanza. Leo en la métrica un cambio importante en la
posición del país. Me permito recordarme como los dos últimos Presidentes, en
los últimos tres periodos de cuatro, han sido elegidos abrumadoramente con
posiciones guerreristas de confrontación directa contra los grupos armados.
Leo en el
resultado un cambio en la matemática a un 50-50, es decir la mitad de este país
piensa algo distinto. Pero como quiero ser justo Con los que votaron por el NO
y por qué además mi intuición e inocencia me lo demandan les creo a muchos de
ellos que si quieren la paz (algunos minoritarios no la quieren) y porque les creo,
me convenzo de que la alternativa negociada es ampliamente mayoritaria. El péndulo
de las posiciones extremas está pasando por el centro y leemos polarización y
aún en el peor de los casos esta polarización es más sana que la arista oscura
de la guerra.
Ganaron los que
votaron el NO pero no ganó el NO. Mas bien, debiera decir no ganó el NO que conocíamos,
el NO guerrerista. Ganó el nuevo NO, el NO que refleja una voluntad de paz
sobre un acuerdo en el que no se sienten representados y esto colombianos y
colombianas es válido y democrático.
Todos los
acuerdos humanos y divinos deben poder representar a las mayorías y ante todo
honrar los temores o dudas de las partes. Un acuerdo imperfecto (como son todos
los acuerdos) que no es vinculante con la mitad de población es de difícil ejecución
y nos sumiría en problemas mayores a los que tenemos. Macabro y oscuro el panorama
si el SI que queríamos lo hubiéramos logrado con poco margen de diferencia.
No quiero entrar
a discutir si las campañas del SI y el NO fueron mentirosas, pues más allá de
lo que algunos manipularon, me quiero quedar con las múltiples conversaciones centradas
y amorosas que mantuve con amigos a los cuales les honró y respeto sus
posiciones, como ellos lo hicieron conmigo.
Que sea este el
momento de nuestros líderes. Ojalá sepan leer, ojalá el analfabetismo de la
conexión con el país se les pase y logren un gran acuerdo de paz. La arrogancia,
la venganza y la oportunidad de amararse al poder no son buenas consejeras en
estos días.
Como diría el
gran Chapulín Colorado que no ¨panda el cúnico¨ pues si sin tetas si hay paraíso, sin acuerdo si hay acuerdo.
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